viernes, 24 de septiembre de 2010

Proyecto Nacional


La crisis de representación política está en primer plano. Esta instancia está llegando a un punto de inflexión impensado. La política con minúsculas es la protagonista, de la mano de quienes se expresan en los hechos como los defensores de las corporaciones económicas en lugar de responder a las bases que le dieron bancas en el Congreso.
La senadora González en una suerte de proyecto mesiánico sobre inseguridad demuestra un oportunismo desopilante y corrosivo.
La diputada Carrió, con aires de reina madre sin trono, provoca hilaridad.
Su descollante agresividad, fundamentada en un aparente estado de frustración o de capricho, se pasea de programa en programa por todos los canales y radios, argumentando, en un lenguaje fluido y con una impostación teatral, su intolerancia radical y su postura excéntrica.
En medio de un odio visceral hacia los Kirchner "Lilita", habla de ellos de una manera que merecería ser tratada más en un diván de psicoanálisis que en la mesa periodística. Entrevistado y entrevistador entran en una especie de juego lamentable donde la noción de realidad está totalmente ausente.
Este recorte, intencional y vil, está azuzado por intereses oscuros de los que nadie habla pero que todos conocemos.
La puesta en foco del periodismo está ausente. Dejan divagar y divagan en medio de un realismo mágico, donde sus caras expresan la tensión y la incomodidad, pero les prima el interés de sus bolsillos.
Es cierto que hay una sociedad "tilinga" que consume con gusto pero "a disgusto". Disgusto por necesitar tanta exposición para mantener los objetivos económicos que defienden.
Estos intereses se solapan sobre la clase media, medio perdida medio irreverente, que se encuentra acorralada en su "propio ser" porque ha llegado la hora de las definiciones.
El lugar histórico y poco frecuente de decir quiénes somos no nos da placer. Dejar en claro de qué lado estamos nos propone un lugar incómodo y muchas veces hasta políticamente incorrecto.
Abortada la idea del antagonismo “anti kirchnerista versus kirchnerista”, y quedando superada por los acontecimientos, pues ya no alcanza con esta simplificación, nos encontramos ante las grandes decisiones.
Elegir entre dos proyectos, optar entre preferirnos o no preferirnos. Definir la profundización de un modelo nacional o decidir ser para siempre funcionales a los grandes intereses que privilegian un individualismo atroz.
Esta encrucijada histórica merece análisis racional y espíritu patriótico.